Cómo generar valor desde tu marca personal
Jun 19, 2023Para hablar sobre la generación de valor podríamos, inicialmente, remontarnos a las diferentes acepciones que tiene el concepto valor. ¿Qué relación tiene esto con nuestro ser, con lo que queremos proyectar? ¿Y qué relación tienen ambas cosas con el mercado y la economía?
Asignarle un valor a algo es, en principio, darle una categoría, un contenido o algo de información. Desde esta primera mirada, el valor es un contenido asociado a algo o alguien. Para efectos de esta discusión nos enfocaremos en los valores positivos, es decir, aquellos que generan dinámicas que nos permiten cumplir objetivos propuestos.
Por otro lado, también se dice que es valeroso alguien que tiene valor, coraje, valentía, arrojo. Aunque pareciera no haber relación entre ambas acepciones, ¡se necesita tener valor para construir valor! Debemos hacernos cargo de lo que proyectamos, tener la disciplina y la entereza para, cada día, ser fieles a lo que profundamente creemos.
Por último, para complementar esta triada de acepciones del valor, también lo entendemos como algo que se puede ubicar en una escala económica: un precio. Pues este aspecto también es fundamental cuando hablamos de nuestra marca personal, teniendo en cuenta que lo que proyectamos como profesionales determina las oportunidades que podemos obtener a lo largo de la vida laboral. Cuando se trata de nuestra marca personal debemos entender que ese valor se puede transmitir a través de diferentes capas, o caminos, o vehículos: los cinco sentidos.
Para crear una imagen debemos enfocarnos en la percepción; uno percibe con todos los cinco sentidos, por lo tanto, cualquier imagen estará basada en la percepción que tenemos como seres humanos de nuestro entorno: lo que olemos, degustamos, observamos, escuchamos y sentimos.
Si bien la marca no define al producto, sí define la percepción que se tiene de este. Además, imagen es lo que percibimos de una persona o de una marca, pero de manera colectiva; es decir, se trata de la impresión generada y compartida por muchas otras personas. Si alguien va a buscar empleo y está compitiendo con otra persona similar en estudios y capacidades, lo más probable es que su manera de expresar esas capacidades marque la diferencia.
Los estímulos que se proyectan a través de la imagen se dividen en tres grupos: los verbales, los no verbales y los mixtos. Los estímulos no verbales, es decir “cómo lo digo”, son aquello que logra comunicar sin necesidad del empleo de palabras como la gesticulación, como parpadeos o muecas, la postura, la mirada, los ademanes, el atuendo, el aroma. Los estímulos mixtos están asociados a la entonación, el volumen, el énfasis y la modulación de la voz.
La primera impresión que proyectamos es la más importante, es la que quedó grabada en la memoria de las personas. Independientemente de que una mala imagen sea corroborada o no, la recurrente percepción de muchos la convierten en realidad. Pero ojo, esto no es un llamado a la falsedad: no importa lo bien que trabajes tu parte exterior, el interior siempre será lo que prevalecerá.
La reputación la construyes en años y la destruyes en minutos, sobre todo en esta época tan mediática que vivimos. Lo mejor que podemos hacer es tener conciencia de esto y hacer brillar al máximo nuestras virtudes.